Cómo visitar Capri: es un modo de llevar a casa un poco de esta encantadora isla del Golfo de Nápoles.
La Gruta Azul (Grotta Azzurra), Las Villas Jovis, Villa San Miguel, el teleférico de Monte Solaro pero también la moda, compras, perfumes y sandalias. Capri es una isla que ofrece un mundo aparte.
Las Isla de Capri se encuentra en el Golfo de Nápoles, frente a la Península Sorrentina, con la cual en un tiempo estaba unida. Hoy Carpi está conectada a la tierra firme por los rápidos aliscafos de muchas compañías de navegación desde y hasta Nápoles, Sorrento y otras destinaciones. Al visitante que se acerca por primera vez a Capri, la isla muestra sus aguas resplandecientes, las magníficas rocas, los panoramas asombroso, así como los testimonios de su pasado y de su antigua historia.
De hecho, al final de la época Romana, Capri fue una meta y la residencia de los hombres del emperador Augusto, que hizo construir distintas villas y después el emperador Tiberio, que elige la isla como su propia residencia y renovó las mismas villas que Augusto había construido. Hoy los restos de Villa Jovis se erigen para mostrar como debía ser una residencia imperial.
Esta isla hospedó visitantes ilustres entre los siglos XVIII y XIX, cuando Capri fue visitada por un gran número de viajeros del “Grand Tour”, como el compositor Mendelssohn y el escritor Dumas. La plaza de Capri se convirtió en el escenario de animadas discusiones entre el poeta Máximo Gorkij y el político ruso Lenin. Aquí se refugiaron el inventor Alfred Krupp, heredero de las fábricas de acero alemanas, y el escritor y médico sueco Axel Munthe. La suya, era la Villa San Miguel, una notable belleza construida sobre las ruinas de una antigua residencia romana; es una construcción imponente que expone hallazgos arqueológicos del período romano de Capri. Edwin Cerio, que pasó a ser alcalde de la isla, se dedicó a sus estudios geológicos, arqueológicos y botánicos de la isla y era un apasionado de Capri. Era un fuerte defensor de la conservación del paisaje natural y ha descripto la nostalgia de Capri como el Delirium Caprensis, una alteración psíquica que afecta a quién después de la breve parada turística inicial, prefiere luego una permanencia más larga en vez de partir.
Tenía razón Edwin Cero en apreciar los subjetivos espacios verdes de la isla que permiten realizar excursiones naturales a pie. Entre las más bonitas está el “Sendero de Fortini”en Anacapri, Un paisaje selvático de belleza esculpido de la furia del viento y del mar, con sus flores exclusivas y un único recorrido a cielo abierto. Un sendero sinuoso y panorámico se trepa a lo largo del borde de vertiginosos acantilados para volver después hacia el interior y hacia la fragante frescura de la vegetación mediterránea.
De los perfumes naturales de flores, cítricos, especies y maderas preciosas presentes en el aire caprese fueron creadas algunas famosas fragancias de “Carthusia”, un pequeño laboratorio cerca de la Cartuja de San Giacomo construida en el siglo XIII, con su iglesia del siglo XIV y el claustro en estilo árabe que comprende también la colección del pintor Diefenbach. Los perfumes son preparados con materias primas naturales y muchas escencias, como el romero de Monte Solaro y el clavel salvaje de Capri.
La isla ofrece infinitas alternativas, además de la cacareada mundanidad. La atmósfera caprese se encuentra en los bares con mesitas al aire libre de la Plazoleta dónde se puede gustar el típico dulce caprese, “la caprese”, a base de cacao con almendras y nueces, acompañado con un buen vaso de limoncello, el licor obtenido de las cáscaras de limones de Capri remojadas en alcohol. En la Plazoleta, la esfera del reloj impresiona por los colores policromado de su mayólica importante de las fábricas de Vidrio. Aún la oreja más distraída no puede no notar, antes el sonido de los cuartos, el batido aislado de la campana, otro símbolo de la Plazoleta.
Si buscas algo de exquisito para llevarte a casa de Capri, una parada obligatoria en la década del 50 – 60 del jet set y de la dulce vida caprese era la refinada joyería “Chantecler”, que aún hoy hornea joyas exquisitas para coronar la propia sala de estar Caprese. Si en cambio eres un apasionado de la ropa, Calle Fuorlovado es la calle justa para realizar compras con prendas de lino de las grandes marcas en muestra, así como las chaquetas blancas de safari y pantalones suaves. A lado de la lencería, las clásicas sandalias caprese, realizadas por artesanos de la isla, cocidas a mano y con piel entrelazada hasta a veces iluminada con cristales de Swarovski.
Entre las innumerables cosas para visitar en Capri, no se puede partir sin hacer una parada a la fantástica Gruta Azul. Las lanchas a motor capreses transportan a los turistas de todo el mundo para admirar la extensión de la isla con sus grutas, las villas y las concreciones cársticas, hasta las famosas rocas que se ergen a 100 metros de altura, llamados Faraglioni. Una mágica iridiscencia hace brillar el fondo de la Gruta Azul. Se trata de un extraordinario fenómeno de refracción de la luz que, atravesando el agua, ilumina las paredes de la Gruta profunda 20 metros. Una vez alcanzado el ingreso de la Gruta, la visita se efectúa a través de un servicio de pequeñas embarcaciones locales.
Para admirar un espléndido panorama a 360 grados desde el punto más alto de la isla, basta tomar el teleférico de Monte Solaro. Sentados en una silla por una duración de 12 minutos, a lo largo del recorrido se goza de una espléndida vista sobre Anacapri y sobre el Golfo de Nápoles, en la cima, el bar “Canzone del Cielo” (Canción del Cielo” espera a los turistas. El protagonista absoluto es el panorama que va desde el Golfo de Nápoles hasta Salerno, la Península Sorrentina y Capri con los Faraglioni. (Tres picos rocosos)
Capri no te deja escapar, y cuando piensas de haberlo hecho, comienzas a extrañarla en modo angustioso. Es un pueblo y un mundo aparte, es un set cinematográfico que seduce y continua a seducir a una generación entera de artistas, vip e intelectuales de todo el mundo. Capri es la meta ideal para quién busca elegancia, belleza, cultura y soñar…
Carthusia
¿No sabes qué souvenir llevarte de Capri? ¿Qué me dices de un perfume aprobado por el Papa? Carthusia es el productor y la marca de los perfumes originales de Capri. Su historia se remonta al 1380 cuando el padre anterior del local Cartuja decide recoger las flores de Capri en un bouquet destinado a la reina. La visita de la reina fue anulada, pero el bouquet duró tres días en agua. El padre prior descubrió que la misma agua tenía un particular y placentera fragancia.
Se hizo escribir la fórmula y en 1948 el prior de la Cartuja decide de pasarla a un químico, así pide el permiso al Papa y fue abierto un pequeño laboratorio de perfumes del mundo. Hoy, utilizando los perfumes naturales de Capri, Carthusia realiza artesanalmente fragancias para hombre y mujer, desde el jabón hasta eau de toilette, desde los perfumes para la casa hasta eau de parfum. Carthusia tiene también un Barber Saloon (peluquería para hombres) dónde, gracias a las manos expertas de un hábil peluquero, el cliente puede ser enjabonado y afeitado con las fragancias de Carthusia. Es un modo de llevarte Capri a tu casa y disfrutar de un placentero suspiro de isla cada vez que la extrañes.
El teleférico de Monte Solaro.
La experiencia definitiva para enamorarte de Capri es subir al teleférico que desde Anacapri lleva a la cima del Monte Solaro. Puedes ser literalmente abrumado por una silla de madera antigua y admirar el Golfo de Nápoles, el Golfo de Salerno, las Islas cercanas y el Vesubio a lo lejos. Creado en 1952 por un ingeniero que apreciaba mucho la vista desde el alto al punto de encontrar un modo de poder regresar fácilmente en vez de volver a subir, fue luego reformada y hoy el recorrido dura 13 minutos.
Mientras se sube, estás rodeado de una exuberante belleza, del canto de los pájaros y de la vista deslumbrante del mar mientras los pies oscilan en el aire. La vista te deja sin aliento y puedes sentir el panorama a 360 grados que te abraza. El teleférico se encuentra en Plaza Vittoria en Anacapri. Tiene diferentes tarifas según tu interés : si quieres usarlo solo para ir, o para ir y venir, el horario cambia según la estación del año. El Monte Solaro es alto 598 metros y es el punto más alto de la isla de Capri. Una vez llegado a la cima podrás hacer una pausa al bistró La Canzone del Cielo y ver los restos de un fuerte napoleónico. Un agradable paseo en la cima te conducirá a la Ermita de S. María de Cetrella, dónde muchas y diferentes especies botánicas como el acanto, mirto, el castaño de indias, la encina hará este viaje aún más significativo.
Villa San Miguel de Alex Munthe.
El encanto de Capri tiene un efecto duradero sobre sus visitantes, ya antes de convertirse en una meta turística muchos venían y simplemente no podían hacer a menos que volver, hechizados por el encanto y la belleza de la isla. Esto es lo que le sucedió a Axel Munthe, un médico sueco que visitó Capri en el año 1887 y compró la villa San Miguel con la intención de crear una casa museo similar a un templo griego, llena por dentro y por fuera de una excelente colección de arte romana- griega. Los jardines que rodean la villa han ganado el premio por ser el parque privado más lindo, y siendo Axel Munthe un amante de la naturaleza, ha creado también un santuario de pájaros.
La vista de este médico ecléctico, idealista y de vanguardia fue famosa por su libro que cuenta la historia de esta villa. La vista que se pude ver desde lo alto al lado de spiihnik egipciana a expuesta en el jardín es simplemente asombrosa.
Gruta Azul
El emperador romano Tiberio usaba está gruta como su piscina personal, parece que la alcanzó gracias a un túnel secreto que iba de una de sus villas. Hoy el único modo para entrar en la gruta es de embarcar en una de las pequeñas naves autorizadas a entrar; el pasaje de ingreso es bastante estrecho y te pedirán de acostarse en el fondo de la nave mientras el barquero sujeta las cadenas enganchadas a la pared de la Gruta, se y baja y tira la nave al interior. Serás inmediatamente sumergido en una oscuridad eliminada de la luz azul del mar, o sea, desde el fondo del mar y no del cielo, porque la luz del sol entra del lado sumergido de la gruta y crea un efecto escalofriante pero encantador. La gruta es bastante alta y grande, y los cantos de los barquero están incluidos en el precio ya pagado por visitarla. Hay también una escalera que te lleva cerca de la entrada o puedes venir por el mar desde Marina Grande, pero la entrada es para ambas y casi solo gracias a las naves. La experiencia es hipnotizante y dura sólo unos diez minutos, dado que este lugar es muy popular.
Un consejo : considera que tienes que esperar en la cola sobre tu nave para entrar, entonces intenta visitarla cuando haya menos gente posible.